sábado, 21 de abril de 2012

Ella era música.

No podía evitarlo. Cada vez que escuchaba la voz quebrada de Sabina, su nombre aparecía evocado de entre lo más profundo de la memoria. Pope, Morrison y Mayer le traían la alegría de su sonrisa. Pasaba a Suárez para ver romper una ola en su mirada. E Ismael le traía la melodía íntima de sus susurros al oído, en noches huérfanas de luna, de las que aprieta el frío y el calor humano es algo más.

Ella tenía el poder de aparecersele en cada canción. Daba igual estado de ánimo, época del año. Acordes de guitarra que en sus caderas marcaban el ritmo. Solos de violín que entre su pelo se perdían. Curvas delicadas de R&B donde manos enloquecían. El mejor jazz en un buen polvo, combinado con rock duro.

Ella era música, música retumbando en su cabeza.



Vicente Viz.


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