viernes, 21 de septiembre de 2012

A la altura justa de tus ojos.


Como una canción aún sin acabar,
te repites en mi mente de forma intermitente,
tú, la musa de mi música,
por tus vaivenes me dejo llevar.

Como si este mundo fuera a terminar,
tú me besas con la fuerza de quien sabe,
que tendrá muy medidas y contadas ocasiones,
de hacer de ese beso algo habitual.

Sobrevivo a base de viejas historias,
incompletas que no acaban por el miedo a terminar,
oyendo tu voz en cada voz extraña,
impregnando con tu esencia mis pasiones, mi verdad.

Tú, la luz que apaga todos mis temores,
el lápiz que me escribe las canciones,
la estrella que me sigue a donde voy.

Tú, la suerte que besó mi libertad,
las letras con las que aprendí a cantar,
tu ritmo es el que marca mis latidos.

Con las manos aún inquietas pienso en ti,
pues te tuve entre mis brazos y otra vez te has vuelto a ir.
Indelebles son los surcos de tus dedos,
que han marcado ya mi piel y mi pasión.

Lúchame con besos, déjame ganarte,
reinventarnos a la vez será cuestión de práctica,
bebe de la sed que siento al admirarte,
muérdeme las ansias pero sin cansarte.

Y a veces nos prestamos las cosas de valor,
y nos intercambiamos mientras que hacemos el amor,
el alma entre las manos.
Y entre los labios los te quiero los que adornan las paredes,
de éste cuarto al que me escapo a veces.

Tú, la luz que apaga todos mis temores,
las letras con las que aprendí a cantar.


Carmen Boza.

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