sábado, 28 de abril de 2012

Ríe cuando puedas, llora cuando lo necesites.


Bien, ahí me teneis en uno de esos días,
en los que nadie te coge el teléfono,
y las paredes se te echan encima.

Yo sé que siempre hay salida, pero saber que todo irá mejor no quita que me sienta hecho una porquería
pasan los años, los proyectos, los sueños ¿Recuerdas como querías ser cuando eras pequeño?
crecer es darse cuenta de que la vida no es como quisieras que fuera, todo es mucho más complejo.

Responsabilidades, luchas, deberes,
sonreir cuando no te apetece,
mentir para no hacer daño a la gente que quieres,
fingir cuando perfectamente sabes que te mienten.

¿merece la pena hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres?
¿Por qué terminé haciendo lo que todos hacen si se supone que siempre me sentí diferente?
he sido un cobarde disfrazado de valiente, siempre pendiente del qué dirá la gente,
escondo mis miedos para parecer fuerte, pero ya no más, es hora de ser consecuente,
porque, porque creo que lo he visto, amigo y...

Quizás la clave para ser realmente libre sea,
reir cuando puedas y llorar cuando lo necesites,
ser honesto con uno mismo, centrarse en lo importante y olvidarse del ruido.

Quizás la clave para ser realmente libre sea,
reir cuando puedas y llorar cuando lo necesites,
No obcecarse con los objetivos, tratar de relajarse y vivir algo más tranquilo.


Chojin.

Te podría decir.


Yo, soporto la abstinencia porque tengo en la cabeza un corazón para pensar,
y, no sabes como escuecen estos meses caminando de puntillas para no romperlo más.

Te podría decir, que durmieras conmigo esta noche,
pero luego vendría la excusa y su hermano gemelo el reproche.
Te podría decir, como dueles, pero te confieso,
que ya estaba esperando que algo me sacara la piel de los huesos.
Te podría decir, que mañana veremos el modo,
pero nunca te quedas conmigo y tampoco te marchas del todo.

Te podría decir, que lo hice todo para ver si conseguía,
cortar las cuerdas del pasado, por que ví,
que a tí el amor solo te gusta con heridas,
y tu nombre no cabía dentro de mi por venir.

Te podría decir, que aun estoy arreglando los rotos,
porque aun no he encontrado un buen sitio,
por el que hacer pedazos las fotos.

Te podría decir, que también intenté comprenderte,
y aprendí que tu forma de odiarme eran solo las ganas de verme.
Te podría decir, que mañana veremos el modo,
de aprender a quedarme contigo o aprender a marcharme del todo.

Si hubiera vuelto, pronto te arrepentirías,
si hubieras vuelto, yo me habría querido ir.
¿Por qué volver donde tan solo hubo heridas?
el pasado es una chica a la que no hay que desvestir.


Marwan.

Ven, desnúdate.

Ven, desnúdate,
sabes que hacer cuando hablamos de placer,
voy a comparecer ante el balcón de tus oídos,
y a tu parecer los dejare pitando hasta el amanecer.


Ven, desnúdate, desnúdame,
la mejor marca de ropa que conozco se llama tu piel,
y no hay mejor pincel que la imaginación,
el respeto el amor en conjunción con un tal colchón.


Esto es follar en forma de canción así que ponte cómoda,
que soy un nómada por tus hormonas alteradas monada,
mas follar y menos odio en tu mirada.




David Sainz.

Un regalo morena.


Sonrio cada vez que lo recuerdo y créeme es muy raro,
hay veces que muerdo mi mano para ver si fue soñado,
y es que me he imaginado tantas veces contigo,
que cuando al fin te tuve enfrente solo pude estar... callado.


Entré con lo justo en la cartera y salí,
con el alma llena y eso no lo paga una moneda,
ni, lo hace cualquiera, di de que manera o forma,
conseguiste que por ti rompiese mis normas.


Y el típico chico que fue a la barra del bar,
pidió una copa, vió tu cara y quedó "bocas" sin más,
era un manojo de nervios manejados por tu cuerpo,
gestos lentos... poesía en movimiento.


Y no es un cuento si te "cuento" que mi rostro era un poema,
que el pasado ya es historia, el presente un regalo morena,
y del futuro no sé que será, pero será a tu lado,
yo seré algo tuyo y tu mi eternidad.






David Martínez.

Siempre es buena hora.


Escuchar este colchón sobre el que duerme mi palabra.
Cerrar ojos, abrir brazos y brindar hasta el alba.
Llamar a tu corazón sésamo para que se abra,
Recibir abrazos y un mal momento se salva.
Estrechar lazos con un simple perdóname, lo siento.
Rebobinar para evitar que se me agote el tiempo.
Soltar un par de lagrimas o sonreír contento.
Disfrutar del lento proceso creativo del talento.
Comer con mi familia, pasear con mi perra o pasar unos minutos de agradable soledad.
Abrir otra puerta cuando una puerta se cierra.
Tener un techo cuando comienza la tempestad,
Leer un libro, ver una peli, oír la melodía.
Contemplar un paisaje junto a esa chica que me adora, al atardecer en aquella playa de fantasía.
para todas esas cosas siempre, siempre es buena hora…



Zenit.

domingo, 22 de abril de 2012

La fille sur le pont.


- Adelante Adèle, cuéntenos.

- Pues...tengo...

- Tiene veintidós años...

- No, los cumpliré dentro de dos meses.

- ...y dejó de estudiar muy joven porque quería ponerse a trabajar, ¿no, Adèle?

- Sí, aunque en realidad no fue para trabajar sino porque en esa época había conocido a alguien, me apetecía estar con él, por eso decidí marcharme de casa. Prefería vivir con un chico que con mis padres y cuando le conocí aproveché la oportunidad.

- ¿Era una necesidad de libertad?

- De libertad no sé, lo hice para acostarme con él porque cuando era más joven creía que la vida comenzaba cuando se hace el amor y que antes no eres nada. Era el primero que me lo proponía y me marché con él, para estar juntos y para empezar mi vida. El problema fue que no tuve un buen comienzo.

- ¿No se llevaba bien con ese chico? ¿Por qué no tuvo un buen comienzo?

- Porque conmigo siempre es así, empieza mal y termina peor, nunca acierto cuando elijo un número. ¿A visto esos papeles pegajosos para atraer moscas en espiral? Pues yo soy igual, atraigo las historias cutres que pasan a mi lado. Creo que hay gente así, que son como un imán para aliviar a los demás.
Nunca acierto cuando elijo un número.
Todo lo que intento, todo lo que toco se convierte en una putada.

- ¿Cómo se lo explica, Adèle?

- Oh, pues la mala suerte no se explica, es...es igual que el oído musical, se tiene o no se tiene.

- ¿Qué pasó con ese chico?

- ¿Con cuál?

- El primero, el chico con el que se fue. ¿No llegaron a hacerlo?

- Sí, claro que lo hicimos...

- ...Pero le decepcionó.

- Pues no, y ahí está el problema porque si no me hubiese gustado tanto quizá no estaría donde estoy.
Es que... la primera vez no estábamos muy cómodos.

- Claro, la primera vez nunca es fácil, y además no estaba cómoda porque eran los dos muy jóvenes.

- No, porque estábamos en los servicios de una gasolinera y no es muy práctico, no sé si usted lo ha intentado.

- Mm no...

- Es complicado, sobretodo en las autopistas. Fue idea mía hacer dedo porque creía que las historias de amor siempre ocurrían al lado del mar. Claro que yo estaba equivocada. Pero... es normal, porque a fin de cuentas buenas ideas no he tenido nunca.
Es que siempre me pasa igual, enseguida me embalo, no pienso, es mi defecto.
Menos mal que alguien me recogió, sino creo que hubiese sido capaz de tirarme debajo de un camión.

-¿Quien la recogió?

-No se lo puedo decir porque era un hombre casado. Un psicólogo, se dio cuenta en seguida de que tenía una ‘depre’ de la leche. Hizo todo lo que pudo para levantarme la moral, se desvivió tanto que creí que me había quedado embarazada. Afortunadamente solo era apendicitis, afortunadamente... por decir algo, porqué... con el anestesista tampoco tuve mucha suerte.

-¿Tuvo problemas con el anestesista?

-No, era encantador, y además parecía tan enamorado que le habría seguido al fin del mundo… pero en realidad solo fuimos hasta Limoux.
Es curioso, ¿no?, como la gente puede parecer colada por ti cuando no lo está. Debe de ser fácil fingirlo. Me decía que le producía el mismo efecto que un Cointreaux, pero se cansó rápido del Cointreaux y se fue a llamar por teléfono.

- ¿A quién?

- Nunca lo supe, porque desapareció. Estábamos en un restaurante. Yo no sabía que había otra salida y me quedé esperando hasta que cerraron.
El dueño vivía encima. Olía un poco a fritura pero tenía las manos delicadas, y suaves. Las manos engañan, te pueden hacer creer cualquier cosa. Así es como empecé a trabajar, me contrató de relaciones públicas en su restaurante.

- ¿En qué consistía su trabajo?

- Pues, al principio tenía que recibir, sonreír a todo el mundo… no me daría un infarto con ese trabajo, pero una sonríe y la gente se equivoca, y en Limoux hay tantos hombres que se sienten solos... desde fuera no te das cuenta, el juez me dijo que era una de las zonas de Francia con más personas deprimidas.

- ¿Qué juez, Adèle?

- El que se encargo de mi caso cuando cerraron el restaurante, por el tema de las relaciones públicas. Él también era depresivo, pero fue igual, tampoco se ocupó de mi mucho tiempo, ni un cuarto de hora, en una habitación de un hotel, sin almohada, sin tele, sin cortinas...creo que no era mala persona. Al verme los ojos rojos de tanto llorar me ofreció su pañuelo... y se marchó.
Puede que no me merezca nada mejor. Debe de estar escrito en algún sitio, no sé dónde. Hay gente que ha nacido para ser feliz y a mí todos los días de mi vida me han engañado. Todo lo que me prometieron me lo creí, pero nunca he conseguido nada: No sé hacer ninguna cosa, no le importo a nadie, no soy feliz...ni siquiera soy realmente desgraciada porque seguro que te sientes desgraciado cuando has perdido algo, pero nunca he tenido nada mío, solo mi mala suerte.

- ¿Cómo se imagina el futuro Adèle?

- No lo he pensado...Cuando era pequeña solo deseaba una cosa: Crecer. Quería que sucediera deprisa. Pero ahora no se para qué ha servido todo esto, no sé para qué, hacerme mayor. El futuro es como una sala de espera, como una gran estación con bancos y corrientes de aire…y detrás de los cristales un montón de gente que pasa corriendo, sin verme. Tienen prisa. Cogen trenes o taxis. Tienen un sitio donde ir…alguien con quien encontrarse. Y yo me quedo sentada, esperando.

- ¿Qué espera, Adèle?

- Que me ocurra algo.

sábado, 21 de abril de 2012

Ella era música.

No podía evitarlo. Cada vez que escuchaba la voz quebrada de Sabina, su nombre aparecía evocado de entre lo más profundo de la memoria. Pope, Morrison y Mayer le traían la alegría de su sonrisa. Pasaba a Suárez para ver romper una ola en su mirada. E Ismael le traía la melodía íntima de sus susurros al oído, en noches huérfanas de luna, de las que aprieta el frío y el calor humano es algo más.

Ella tenía el poder de aparecersele en cada canción. Daba igual estado de ánimo, época del año. Acordes de guitarra que en sus caderas marcaban el ritmo. Solos de violín que entre su pelo se perdían. Curvas delicadas de R&B donde manos enloquecían. El mejor jazz en un buen polvo, combinado con rock duro.

Ella era música, música retumbando en su cabeza.



Vicente Viz.


martes, 17 de abril de 2012

Cerró la puerta.

Noche tras noche se maldecía por haberse cerrado aquella puerta. Cegado por promesas efímeras que otras faldas podrían ofrecerle, no consiguió ver lo que guardaban sus retinas. La decepción de un beso de película de serie B, que jamás pasó a siguientes bases por la imprudente inmadurez que destilaban sus caricias. Demasiado pronto para que aquella fuera la elegida, pensó. Menudo imbécil, la dejó marchar.

Pasaron años después de aquellos ojos verdes, pasó por camas, cada cual más diferente. Pero todas tenían una cosa en común, no eran ella. Culpó al karma de mil fracasos, captaba atenciones que más tarde le cargaban, aguantó reproches a cien bandas, incluso escuchó como le decían un "no tienes corazón".

Quizá fuera verdad, quizá nunca quiso a nadie. Y es que cuando tuvo la oportunidad de aprender a querer, cerró la puerta y la dejó marchar, el muy imbécil.



Vicente Viz.

domingo, 15 de abril de 2012

Y de repente ya son veinte.


Supongo que no te lo imaginarás. Es algo que me quedaba pendiente, escribirte un texto, aquí, como tú me has hecho tantas otras veces.
Y ahora ando, perdido entre la gente, jodido por haber fallado y no estar en tu día, pero en fin, ya sabes, son las cosas de la vida.
Lo importante es que, por muchos años, me ''quedará otro abril para ti''.
Me contento, al menos, (que con algo hay que alegrarse) con estar en este viaje (contigo y con todos) que es vivir. En las veladas de conciertos en que me dices un ''sálvate tú'' imborrable, cuando nos da por parar y escuchar (y escucharnos), cuando te necesito y estás, cuando nos acompaña la cerveza mientras se encienden nuestros sueños y se nos va apagando la voz hablando de cualquier 'chiquilla' bailando flamenco (aunque sea un 10 de abril), o de Machado y Machín, según toque.
Que sean muchos años más de consejos (los mejores), de música, de noches, de risas, de confesiones. Que no verse a diario o semanalmente no es problema. Que ahí te das cuenta de lo que te sobra y lo que te falta, pero que sabes que nunca te va a faltar cuando te haga falta (un poco lío todo, ¿no?).
A 13 de abril de 2012, Felicidades veinte, señor.
¿Cómo era aquéllo.... ''perdidos en la inmensidad del mar''?




Ismael Ledesma.

jueves, 12 de abril de 2012

La quiero por fin.

Me he cansado de escribir en 'voz bajita' a mil tres musas sin carnet de conducir. He olvidado cicatrices y mentiras, 'tiempo a' mal recibidas. Quiero por fin verla venir, y ser capaz de entregarle sentimientos sin abrir. Quiero por fin... la quiero por fin.


Vicente Viz.

domingo, 8 de abril de 2012

A mí no.

Vuelves a la carga, no me asustas ni me callas .. a mí no.
Son las horas bajas las que hacen grande a un campeón.
Llegas y te instalas, tienes fama de ir directo al corazón. 
Tienes tiempo y ganas... y yo llevo el timón.

Sin luchar... yo no pienso volver. 
Solo es un perdedor el que no lo intentó, y deja el agua correr.

Llegas como siempre no te ofendas, no sorprendes .. a mí no. 
No soy más valiente sólo tengo un compromiso con mi corazón. 
El mundo se hizo de vehementes en los que la gente no creyó. 
Hace tiempo que la tierra gira alrededor del sol.

Sin luchar... yo no pienso volver. 
Solo es un perdedor el que no lo intentó, y deja el agua correr. 

Y cuanto más arrecie el agua, yo más grande me haré. 
Y al mal tiempo buena cara, yo le pondré.


Vicky Gastelo.

lunes, 2 de abril de 2012

Mis pupilas dilatadas.


A mi, que ya estoy intoxicado, pierdo la matriz.
Entre el cielo y suelo llanto, aún he de dormir
mis pupilas dilatadas en tu abrazo.

Hay un beso eterno en el escote de otro verso que ya te pasó.
Hay un vaso lleno en el vacío de otra camarera que habla con tu voz.

Y ahora vete. Estaba equivocado.
Ahora duerme. Despierta en cualquier baño.
Ahora vete dejando un hombre en la barra llorando.
Vete.

Soy un rock and roll atravesado,
un acorde mal pintado en tus manos.
Soy sólo lo malo de este cielo,
a ver si lluevo y te arranco del suelo,
a ver si nievo.


Andrés Suarez.