martes, 26 de junio de 2012

En fracasos pequeños.

Las cosas buenas siempre se guardan en fracasos pequeños, nunca he sido muy de frascos. Advertencias camufladas en pequeños errores, que te hacen virar a tiempo el barco, esquivando el iceberg. Se consciente de éstos, y no los olvides nunca. Si no te hunden a la primera, podrán hacerlo a la segunda. No tropieces dos veces con el mismo fracaso, dos pequeños hacen uno grande, posiblemente insalvable.


Vicente Viz.

domingo, 24 de junio de 2012

Egoísmo necesario.


Llega un momento que no llega. Llega un momento que desespera. Llega un momento que nadie anhela. Te preguntas ‘por qués’ te cuestionas si bien, mereció la pena algo de lo que hiciste hasta ese momento. Te resientes de qué, te revuelves sin fe, te ahogas. Nadie oye tus gritos sordos, pero que alto suenan en tu cabeza. Nadie escucha tus lamentos hondos, pero que duros se hacen cuando cae la noche. Te paras a analizar cada minuto de tu vida, te paras. Suficiente para todos, especial para nadie. Bueno para algunos, necesario para alguien? Que tienes? No lo encuentras. Que aportas? No lo sabes.

Estás harto de medias amistades, estás harto de no saber, poder contar con nadie. Duro es cuando te sientes remplazable, más duro cuando no existe tu papel a remplazar. Cambiar de aires se vuelve cada vez más necesario, evitar con fuerza ambientes tóxicos que bien no valen nada.

Pero a veces el miedo a empezar de cero echa para atrás el cortar con todo de raíz. Por qué ese miedo a perder algo, que ves que nunca has tenido? Despierta.

Abre los ojos. Filtra. Deja de pensar en lo que tengas, piensa en lo que tienen. Deja de pensar en lo que aportas, piensa en lo que te aportan. Egoísmo necesario.  



Vicente Viz.

lunes, 18 de junio de 2012

Re-sentidos.

Hoy me visto de retales de canciones,
que un día significaron sentimientos,
que un día dignificaron corazones,
que un día magnificaron mis conciertos.

Hoy recuerdo que rindieron sinrazones,
ante el vino y rosas de aquella noche,
ante todo lo que supuso aquel derroche.

Hoy te pido re-sentir lo ya sentido,
que no resentirse de lo no vivido.

Hoy te pido, hoy que no he dormido.



Vicente Viz.


miércoles, 30 de mayo de 2012

Todo lo que me debes.

Me debes una noche de San Juan, dos olas que saltar.
Me debes tres besos detrás de aquel escenario, cuatro 'te quiero' sin devolución.
Me debes cinco mañanas de hotel, tras seis copas de bombay-limón.
Me debes siete masajes con aceite, ocho orgasmos sin reloj.
Me debes nueve billetes de avión, a diez sabanas con tu nombre.



Vicente Viz.

domingo, 27 de mayo de 2012

Del verbo "renunciar a la esperanza".

Se doctoró en miradas, en sonrisas,
en su amante prohibida de quimera,
en la celda de sus cuatro paredes,
en cantos de sirenas engañadas,
en sinfonías en sol menor,
angustia de saraiba llorando en la ventana,
en cuerpos de mujeres que aún soñaba.


Andrés Suarez.

jueves, 24 de mayo de 2012

Buscando mi destino, viviendo en diferido.


Necesito saber, dime tu nombre.
De donde sale el sol, y de que se esconde.

Si miro alrededor no puedo comprender, me da pereza.
Si hay algún escalón, pa' dar un tropezón, voy de cabeza.
Tú y yo en la habitación para que vuelva amor, naturaleza.
Hay un televisor en medio del salón, no me interesa.

Vente a la sombra amor, que yo te espero.
Que tengo el corazón aquí con piel de hielo.
Vente a la sombra, vente amor, que yo te espero.
Que tengo ya el cerezo en flor, dentro del cuerpo.


Robe Iniesta.

domingo, 13 de mayo de 2012

Odio pensar.

Y es que no puedo evitar sentirme árbol caído,
del que musas despiadadas hacen leña, lo he vivido.
No puedo evitar mirar el trasfondo de sus ojos,
y ver como el amor nunca estuvo permitido.

Y es que no puedo respirar, si se me clavan sus sentidos,
evitar pensar sin cura, corazones malheridos.
No puedo dejar de trasnochar pensando en vinos,
que sus labios no rozaron, desfallecido.

Odio pensar que solo me quede versar tristeza,
odio pensar, no saber nada con certeza,
odio pensarla en otros brazos, con franqueza,
odio pensar que no tuve nunca esa pieza.

Esa pieza, para completar su vida, alteza,
esa pieza, para resguardar su risa, presa,
esa pieza, para mitigar sus miedos con firmeza,
esa pieza... a la altura de su belleza.

Y es que aún hoy cuando la miro, mi deseo,
se ve comprometido por la fuerza del camino,
que sus huellas dejaron tras de mi en un sinsentido,
que sus pasos borraron tras de si sin cometido.

Y es que aún hoy cuando me mira, desconfío,
de si sus ojos querrán lo mismo que los míos,
buscando escudos para sentimientos escondidos,
abatiendo mi mente cada vez que a ella le escribo.



Vicente Viz.

jueves, 10 de mayo de 2012

Asunción de ti.


Quién hubiera creído que se hallaba
sola en el aire, oculta,
tu mirada.
Quién hubiera creído esa terrible
ocasión de nacer puesta al alcance
de mi suerte y mis ojos,
y que tú y yo iríamos, despojados
de todo bien, de todo mal, de todo,
a aherrojarnos en el mismo silencio,
a inclinarnos sobre la misma fuente
para vernos y vernos
mutuamente espiados en el fondo,
temblando desde el agua,
descubriendo, pretendiendo alcanzar
quién eras tú detrás de esa cortina,
quién era yo detrás de mí.
Y todavía no hemos visto nada.
Espero que alguien venga, inexorable,
siempre temo y espero,
y acabe por nombrarnos en un signo,
por situarnos en alguna estación
por dejarnos allí, como dos gritos
de asombro.
Pero nunca será. Tú no eres ésa,
yo no soy ése, ésos, los que fuimos
antes de ser nosotros.

Eras sí pero ahora
suenas un poco a mí.
Era sí pero ahora
vengo un poco de ti.
No demasiado, solamente un toque,
acaso un leve riesgo familiar,
pero que fuerce a todos a abarcarnos
a ti y a mí cuando nos piensen solos.



Mario Benedetti.

martes, 8 de mayo de 2012

Baleo.

Soy víctima de acordes, por momentos, ruido incomprendido.
Pasando esta aduana mis maletas, equipaje sin sentido.
Yo herido.

Al otro lado de la barra, tu cintura es enemiga,
no quieras que te ponga todas las olas del mar a tu medida,
no es el día.


Andrés Suarez.

Te quiero proponer.

Te quiero proponer, invitar a inventar,
un nuevo plano entre tú y yo.
No te pido exclusividad,
no hay contratos que firmar,
solo ganas que saciar.

Me apetece un día más,
poder volverte a pintar,
sonrisas que no se van.

Me apetece un día más,
que me vuelvas a pintar,
corazones en la espalda.

Y es que sabes que es verdad,
que aunque ya esté todo habado,
tenerte en mi cama fue imborrable.

Y es que sabes que a pesar,
de todo el tiempo que ha pasado,
mi deseo se ha hecho impermeable.

Te quiero proponer, invitar a inventar,
un momento más entre tú y yo.
Cantarte otra vez al oído,
las cosas que otros escribieron por mi,
y saltar al vacío desde tu escote.


Vicente Viz.

lunes, 7 de mayo de 2012

Supongo.


Que a menudo me despierto borracho en los portales.
Y aunque no sé ni mi nombre sé que quiero abrazarte.
Te olvido pero, en el fondo te recuerdo y me digo,
¿Qué hay de falso en lo que muestro,
de cierto en lo que escondo?

Yo nací para echar piedras y romper el tejado,
que protege tu futuro, porqué pasé el pasado,
soñando algo a lo que te pareces.
Si ahora, mi reino se desvanece, me opongo.
¿Te tengo? ¿Me comprendes?
¿Te quiero o simplemente lo supongo?



Rafa Pons.

viernes, 4 de mayo de 2012

Ahora que sé que me lees.

Voy a aprovechar la inmunidad diplomática que la ebriedad concede a los que dicen verdades en voz bajita a oídos que quizá no quieran escuchar, para decirte que me encanta que me leas. Mientras quede alcohol en sangre tengo permitido robarte dos sonrisas más esta noche, mañana volveremos a la puta realidad.

Te mentiría si dijese que cada letra que escribo guarda un 'tú' entre líneas, pero bien sabes que siempre destacaste de entre todas mis musas. Como dice una canción, ni tu eres para mí, ni yo soy para ti, por más que yo te quiera (siese) y que podamos ser feliz (es). Y dios sabe lo que podríamos haber sido tú y yo, si no fuésemos tú y yo. Pero las cosas no vienen dadas como se quieren siempre. Me conformo con dibujarte, como ya he dicho, dos sonrisas de mucho (demasiado?) en mucho, y me quedo con el brillo de tu pelo reflejando el sol.

No hay dos más como nosotros, que hayan intentado tanto estar juntos, para acabar intentando aún más desaparecernos el uno del otro. Y míranos, casi cuatro años después y mandando mensajitos intentando borrarnos la memoria, de un día, que para mi (en este momento), ha sido de lo más inofensivo (mañana ya haremos inventario de daños).

Que sí, es a ti, te escribo a ti.

Cuídate mucho chiquilla, sabes que en el fondo siempre te he deseado lo mejor, y si en los próximos años vuelvo a intentar fugarme de tu risa, y tus recuerdos, cógeme, no me lo permitas, antes o después, pero cógeme. Como bien has estado haciendo hasta ahora.

"Acabado de escribir, dudo entre el publicar, o el 'guardar carta en el cajón del no tocaba', dudo en si firmarla, o dejarla al aire. Dudo si la entenderás como tuya, o si la leerás dentro de dos meses y no te recuerde a nada. Acabado de escribir dudo, siempre dudo. Pero de una cosa estoy seguro, me apetecía mucho escribirte."




Vicente Viz.

sábado, 28 de abril de 2012

Ríe cuando puedas, llora cuando lo necesites.


Bien, ahí me teneis en uno de esos días,
en los que nadie te coge el teléfono,
y las paredes se te echan encima.

Yo sé que siempre hay salida, pero saber que todo irá mejor no quita que me sienta hecho una porquería
pasan los años, los proyectos, los sueños ¿Recuerdas como querías ser cuando eras pequeño?
crecer es darse cuenta de que la vida no es como quisieras que fuera, todo es mucho más complejo.

Responsabilidades, luchas, deberes,
sonreir cuando no te apetece,
mentir para no hacer daño a la gente que quieres,
fingir cuando perfectamente sabes que te mienten.

¿merece la pena hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres?
¿Por qué terminé haciendo lo que todos hacen si se supone que siempre me sentí diferente?
he sido un cobarde disfrazado de valiente, siempre pendiente del qué dirá la gente,
escondo mis miedos para parecer fuerte, pero ya no más, es hora de ser consecuente,
porque, porque creo que lo he visto, amigo y...

Quizás la clave para ser realmente libre sea,
reir cuando puedas y llorar cuando lo necesites,
ser honesto con uno mismo, centrarse en lo importante y olvidarse del ruido.

Quizás la clave para ser realmente libre sea,
reir cuando puedas y llorar cuando lo necesites,
No obcecarse con los objetivos, tratar de relajarse y vivir algo más tranquilo.


Chojin.

Te podría decir.


Yo, soporto la abstinencia porque tengo en la cabeza un corazón para pensar,
y, no sabes como escuecen estos meses caminando de puntillas para no romperlo más.

Te podría decir, que durmieras conmigo esta noche,
pero luego vendría la excusa y su hermano gemelo el reproche.
Te podría decir, como dueles, pero te confieso,
que ya estaba esperando que algo me sacara la piel de los huesos.
Te podría decir, que mañana veremos el modo,
pero nunca te quedas conmigo y tampoco te marchas del todo.

Te podría decir, que lo hice todo para ver si conseguía,
cortar las cuerdas del pasado, por que ví,
que a tí el amor solo te gusta con heridas,
y tu nombre no cabía dentro de mi por venir.

Te podría decir, que aun estoy arreglando los rotos,
porque aun no he encontrado un buen sitio,
por el que hacer pedazos las fotos.

Te podría decir, que también intenté comprenderte,
y aprendí que tu forma de odiarme eran solo las ganas de verme.
Te podría decir, que mañana veremos el modo,
de aprender a quedarme contigo o aprender a marcharme del todo.

Si hubiera vuelto, pronto te arrepentirías,
si hubieras vuelto, yo me habría querido ir.
¿Por qué volver donde tan solo hubo heridas?
el pasado es una chica a la que no hay que desvestir.


Marwan.

Ven, desnúdate.

Ven, desnúdate,
sabes que hacer cuando hablamos de placer,
voy a comparecer ante el balcón de tus oídos,
y a tu parecer los dejare pitando hasta el amanecer.


Ven, desnúdate, desnúdame,
la mejor marca de ropa que conozco se llama tu piel,
y no hay mejor pincel que la imaginación,
el respeto el amor en conjunción con un tal colchón.


Esto es follar en forma de canción así que ponte cómoda,
que soy un nómada por tus hormonas alteradas monada,
mas follar y menos odio en tu mirada.




David Sainz.

Un regalo morena.


Sonrio cada vez que lo recuerdo y créeme es muy raro,
hay veces que muerdo mi mano para ver si fue soñado,
y es que me he imaginado tantas veces contigo,
que cuando al fin te tuve enfrente solo pude estar... callado.


Entré con lo justo en la cartera y salí,
con el alma llena y eso no lo paga una moneda,
ni, lo hace cualquiera, di de que manera o forma,
conseguiste que por ti rompiese mis normas.


Y el típico chico que fue a la barra del bar,
pidió una copa, vió tu cara y quedó "bocas" sin más,
era un manojo de nervios manejados por tu cuerpo,
gestos lentos... poesía en movimiento.


Y no es un cuento si te "cuento" que mi rostro era un poema,
que el pasado ya es historia, el presente un regalo morena,
y del futuro no sé que será, pero será a tu lado,
yo seré algo tuyo y tu mi eternidad.






David Martínez.

Siempre es buena hora.


Escuchar este colchón sobre el que duerme mi palabra.
Cerrar ojos, abrir brazos y brindar hasta el alba.
Llamar a tu corazón sésamo para que se abra,
Recibir abrazos y un mal momento se salva.
Estrechar lazos con un simple perdóname, lo siento.
Rebobinar para evitar que se me agote el tiempo.
Soltar un par de lagrimas o sonreír contento.
Disfrutar del lento proceso creativo del talento.
Comer con mi familia, pasear con mi perra o pasar unos minutos de agradable soledad.
Abrir otra puerta cuando una puerta se cierra.
Tener un techo cuando comienza la tempestad,
Leer un libro, ver una peli, oír la melodía.
Contemplar un paisaje junto a esa chica que me adora, al atardecer en aquella playa de fantasía.
para todas esas cosas siempre, siempre es buena hora…



Zenit.

domingo, 22 de abril de 2012

La fille sur le pont.


- Adelante Adèle, cuéntenos.

- Pues...tengo...

- Tiene veintidós años...

- No, los cumpliré dentro de dos meses.

- ...y dejó de estudiar muy joven porque quería ponerse a trabajar, ¿no, Adèle?

- Sí, aunque en realidad no fue para trabajar sino porque en esa época había conocido a alguien, me apetecía estar con él, por eso decidí marcharme de casa. Prefería vivir con un chico que con mis padres y cuando le conocí aproveché la oportunidad.

- ¿Era una necesidad de libertad?

- De libertad no sé, lo hice para acostarme con él porque cuando era más joven creía que la vida comenzaba cuando se hace el amor y que antes no eres nada. Era el primero que me lo proponía y me marché con él, para estar juntos y para empezar mi vida. El problema fue que no tuve un buen comienzo.

- ¿No se llevaba bien con ese chico? ¿Por qué no tuvo un buen comienzo?

- Porque conmigo siempre es así, empieza mal y termina peor, nunca acierto cuando elijo un número. ¿A visto esos papeles pegajosos para atraer moscas en espiral? Pues yo soy igual, atraigo las historias cutres que pasan a mi lado. Creo que hay gente así, que son como un imán para aliviar a los demás.
Nunca acierto cuando elijo un número.
Todo lo que intento, todo lo que toco se convierte en una putada.

- ¿Cómo se lo explica, Adèle?

- Oh, pues la mala suerte no se explica, es...es igual que el oído musical, se tiene o no se tiene.

- ¿Qué pasó con ese chico?

- ¿Con cuál?

- El primero, el chico con el que se fue. ¿No llegaron a hacerlo?

- Sí, claro que lo hicimos...

- ...Pero le decepcionó.

- Pues no, y ahí está el problema porque si no me hubiese gustado tanto quizá no estaría donde estoy.
Es que... la primera vez no estábamos muy cómodos.

- Claro, la primera vez nunca es fácil, y además no estaba cómoda porque eran los dos muy jóvenes.

- No, porque estábamos en los servicios de una gasolinera y no es muy práctico, no sé si usted lo ha intentado.

- Mm no...

- Es complicado, sobretodo en las autopistas. Fue idea mía hacer dedo porque creía que las historias de amor siempre ocurrían al lado del mar. Claro que yo estaba equivocada. Pero... es normal, porque a fin de cuentas buenas ideas no he tenido nunca.
Es que siempre me pasa igual, enseguida me embalo, no pienso, es mi defecto.
Menos mal que alguien me recogió, sino creo que hubiese sido capaz de tirarme debajo de un camión.

-¿Quien la recogió?

-No se lo puedo decir porque era un hombre casado. Un psicólogo, se dio cuenta en seguida de que tenía una ‘depre’ de la leche. Hizo todo lo que pudo para levantarme la moral, se desvivió tanto que creí que me había quedado embarazada. Afortunadamente solo era apendicitis, afortunadamente... por decir algo, porqué... con el anestesista tampoco tuve mucha suerte.

-¿Tuvo problemas con el anestesista?

-No, era encantador, y además parecía tan enamorado que le habría seguido al fin del mundo… pero en realidad solo fuimos hasta Limoux.
Es curioso, ¿no?, como la gente puede parecer colada por ti cuando no lo está. Debe de ser fácil fingirlo. Me decía que le producía el mismo efecto que un Cointreaux, pero se cansó rápido del Cointreaux y se fue a llamar por teléfono.

- ¿A quién?

- Nunca lo supe, porque desapareció. Estábamos en un restaurante. Yo no sabía que había otra salida y me quedé esperando hasta que cerraron.
El dueño vivía encima. Olía un poco a fritura pero tenía las manos delicadas, y suaves. Las manos engañan, te pueden hacer creer cualquier cosa. Así es como empecé a trabajar, me contrató de relaciones públicas en su restaurante.

- ¿En qué consistía su trabajo?

- Pues, al principio tenía que recibir, sonreír a todo el mundo… no me daría un infarto con ese trabajo, pero una sonríe y la gente se equivoca, y en Limoux hay tantos hombres que se sienten solos... desde fuera no te das cuenta, el juez me dijo que era una de las zonas de Francia con más personas deprimidas.

- ¿Qué juez, Adèle?

- El que se encargo de mi caso cuando cerraron el restaurante, por el tema de las relaciones públicas. Él también era depresivo, pero fue igual, tampoco se ocupó de mi mucho tiempo, ni un cuarto de hora, en una habitación de un hotel, sin almohada, sin tele, sin cortinas...creo que no era mala persona. Al verme los ojos rojos de tanto llorar me ofreció su pañuelo... y se marchó.
Puede que no me merezca nada mejor. Debe de estar escrito en algún sitio, no sé dónde. Hay gente que ha nacido para ser feliz y a mí todos los días de mi vida me han engañado. Todo lo que me prometieron me lo creí, pero nunca he conseguido nada: No sé hacer ninguna cosa, no le importo a nadie, no soy feliz...ni siquiera soy realmente desgraciada porque seguro que te sientes desgraciado cuando has perdido algo, pero nunca he tenido nada mío, solo mi mala suerte.

- ¿Cómo se imagina el futuro Adèle?

- No lo he pensado...Cuando era pequeña solo deseaba una cosa: Crecer. Quería que sucediera deprisa. Pero ahora no se para qué ha servido todo esto, no sé para qué, hacerme mayor. El futuro es como una sala de espera, como una gran estación con bancos y corrientes de aire…y detrás de los cristales un montón de gente que pasa corriendo, sin verme. Tienen prisa. Cogen trenes o taxis. Tienen un sitio donde ir…alguien con quien encontrarse. Y yo me quedo sentada, esperando.

- ¿Qué espera, Adèle?

- Que me ocurra algo.

sábado, 21 de abril de 2012

Ella era música.

No podía evitarlo. Cada vez que escuchaba la voz quebrada de Sabina, su nombre aparecía evocado de entre lo más profundo de la memoria. Pope, Morrison y Mayer le traían la alegría de su sonrisa. Pasaba a Suárez para ver romper una ola en su mirada. E Ismael le traía la melodía íntima de sus susurros al oído, en noches huérfanas de luna, de las que aprieta el frío y el calor humano es algo más.

Ella tenía el poder de aparecersele en cada canción. Daba igual estado de ánimo, época del año. Acordes de guitarra que en sus caderas marcaban el ritmo. Solos de violín que entre su pelo se perdían. Curvas delicadas de R&B donde manos enloquecían. El mejor jazz en un buen polvo, combinado con rock duro.

Ella era música, música retumbando en su cabeza.



Vicente Viz.


martes, 17 de abril de 2012

Cerró la puerta.

Noche tras noche se maldecía por haberse cerrado aquella puerta. Cegado por promesas efímeras que otras faldas podrían ofrecerle, no consiguió ver lo que guardaban sus retinas. La decepción de un beso de película de serie B, que jamás pasó a siguientes bases por la imprudente inmadurez que destilaban sus caricias. Demasiado pronto para que aquella fuera la elegida, pensó. Menudo imbécil, la dejó marchar.

Pasaron años después de aquellos ojos verdes, pasó por camas, cada cual más diferente. Pero todas tenían una cosa en común, no eran ella. Culpó al karma de mil fracasos, captaba atenciones que más tarde le cargaban, aguantó reproches a cien bandas, incluso escuchó como le decían un "no tienes corazón".

Quizá fuera verdad, quizá nunca quiso a nadie. Y es que cuando tuvo la oportunidad de aprender a querer, cerró la puerta y la dejó marchar, el muy imbécil.



Vicente Viz.