Pasaron años después de aquellos ojos verdes, pasó por camas, cada cual más diferente. Pero todas tenían una cosa en común, no eran ella. Culpó al karma de mil fracasos, captaba atenciones que más tarde le cargaban, aguantó reproches a cien bandas, incluso escuchó como le decían un "no tienes corazón".
Quizá fuera verdad, quizá nunca quiso a nadie. Y es que cuando tuvo la oportunidad de aprender a querer, cerró la puerta y la dejó marchar, el muy imbécil.
Vicente Viz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario